Aquella tarde lluviosa campaba en la habitación un tumulto contenido de suspiros, ruido de sillas y abrazos. Todos sus seres queridos se habían reunido alrededor de su cama. Un suave movimiento de su mano instaló en el aire unos puntos suspensivos…
—Hay algo que quiero deciros… antes de irme —dijo entonces y detuvo con un gesto las protestas de alguno de los presentes—. He tenido una buena vida. Casi diría una vida plena… es decir, dentro de los márgenes de plenitud que permite la ignorancia. Ahora os pido un solo favor: No hagáis de mi muerte una tragedia. Haced que sea, en todo caso, un momento para el recuerdo, la ternura,… para el homenaje si queréis, para el amor o el agradecimiento. No deis cabida a penas o desgarros fuera de lugar o exagerados. Pero sobre todo… no permitáis que mi muerte se haga más presente en vosotros de lo que lo hizo mi vida. No prolonguéis su presencia más allá de lo estrictamente necesario. Si me habéis de recordar, recordadme vivo, no muerto. Os amo, lo sabéis… y ahora, me voy en paz. Adiós.
Se despidió de todas y cada uno con un beso y poco a poco se fue quedando solo.
Entonces, sin prisas, como cumpliendo un ritual, se levantó de la cama y se
vistió despacio. Se acicaló por encima y se colocó el sombrero y
la nariz de payaso. Sacó una maleta del armario, abrió la puerta y, con la
mano aún en el pomo, se giró un poquito, sonriendo de medio lado, y le dijo a
la habitación vacía:
—Vuelvo en
seguida.
Y se fue.
Se dice que le han visto en Tailandia meditando en una playa perfecta, en
las selvas bolivianas platicando no se sabe bien qué cosas con un
colibrí y danzando entre las rocas en los montes de Gredos. Hay quien jura
haberlo escuchado cantar antiguos temas de los Stones en un tugurio chiquito de
Katmandú. Se le conocen seis muertes en México, tres en la India, una en Perú y
otra en Indochina. Alguien con su nombre amaestró palomas en un pueblito
perdido allá en la Argentina hasta que murió de viejo.
Cuentan también que no acudió jamás a ninguno de sus entierros, alegando siempre algún inoportuno problema de salud. Hay quien dice que aún sigue paseando.
Cuentan también que no acudió jamás a ninguno de sus entierros, alegando siempre algún inoportuno problema de salud. Hay quien dice que aún sigue paseando.
17 Dejaron su rastro:
También se le vio pasear por una isla perdida del océano. Allí dejó igualmente una pequeña porción de vida para recordar...
me hiciste llorar.
sos... uf... brazos que abrazan fuerte.
sabiduría flotando en el mar.
besos
Prometeme algo: la próxima vez,no te mueras sin decirme adónde vas.
Un kum* errante y rebelde con la muerte, o tal vez sea con la vida ;) Abrazos
Ay abuelo, si tú nos entierras a todos...
Un placer ser testigo de una de tus vidas, *
Un abrazo de bienvenida. Siempre.
Qué suerte la mía que te siento vivito y payaseando...sea así por mucho tiempo, el que tenga que ser!!! Y besos llenos de ternura y presente.
Esta belleza de cuento tiene, además, una frase que es una perla preciosa
'dentro de los márgenes de plenitud que permite la ignorancia' Bravísimo Kum*!!!!
Nos vemos por aquí, al tiempo que amaestrás palomas. Viviremos y reviviremos. Es decir, continuaremos viviendo cada vez mas bellos.
Un beso enorme
A ver si te mueres alguna vez por Madrid, para que podamos conocernos.
Abrazos carnudos,
PABLO GONZ
Menuda muerte, suerte que sigues al pie del cañón deleitando.
Un abrazo!
Si es que hasta para morirse hay que tener estilo, errante el tuyo, pero estilo. Despedirse es una de las cosas más difíciles de la vida, incluso para un rato que nunca sabes si será eterno. Me gusta este juego de despedidas que no hacen sino caminar hacia un nuevo reencuentro y pensar, mañana ¿dónde estará?
Saludillos que no adioses
Tal vez la clave se encuentre en tu asterisco. Por cada una de tus vidas has pasado cargado de letras, y me pregunto ¿habrás abandonado en cada vida la última letra de tu nombre?. Siendo así, al final, (o al principio) quedará eso, un asterisco despeinado de recuerdos, como una estrella que baila con el viento.
Un abrazo
Cierto, Su... y cuentan que piensa volver :)
Gracias, Lila, por tus lágrimas, por ser como sos. Te abrazo.
Prometido, Malena, si me prometés lo mismo.
...que para el caso es lo mimso, Maite. Lo heredé de mi padre y mis dos madres. Ni modo.
Ja,ja,ja,ja... no pienso acudir a los entierros, Bicefa, creo que tendré una oportuna indigestión.
Payaseando, Mon, muy bien dicho :), que no se diga...
Siempre diciendo maravillas, mi querida maestra, Patricia.
Lo dicho, Pablo, el 14 me muero por Madrid, prometido.
Muerte y suerte... cuestión de una letra, Sucede, seguimos payaseando.
A mí me gusta estar despedido de antemano. Nunca sabemos... Me gusta decirle a la gente que quiero que la quiero, no se me vayan a quedar "tequieros" en el tintero. Te quiero, Puck :)
Ángeles, mi querida maestra... me deja usted sin palabras. Hoy, otra vez... son todas suyas. Todas. Me has despeinado el asterisco... y el corazón.
A todastodos, besos, gracias y... vuelvo en seguida. Se os quiere.
Y yo que pienso que ese tal Kum, es así realmente.
Qué bien escribes.
Un abrazo.
Desde esa isla por la que algún día te vieron, suscribo el comentario de Malena... una vez que se te conoce, no se puede vivir sin ti.
Un abrazo y un te quiero volando, a ver si lo ves...
Más o menos, Tor, más o menos, ajajajajajaja...
Te digo lo mismo que a Malena pues. Promesa por promesa. El abrazo me lo das el martes, si?
Besos, Tor. Besos Ana.
Una bella historia
le pega todo a ese payaso ser un tipo multiresurrecto, (si se me permite el palabro)... cuídate!
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