domingo, 22 de agosto de 2010

Pequeñas muertes.










    

     Estaban destinados a morir simultáneamente en distintos puntos de la ciudad… pero no fue así.

     Cristina debería haber muerto en la balacera que se desató en el supermercado donde hacía habitualmente sus compras, pero una viejita octogenaria, cuya muerte estaba prevista para once años más tarde, recibió en su lugar la bala perdida cuando regresó a buscar el monedero que había extraviado una hora antes junto al estante de los detergentes.

     Luis esquivó sin saberlo a la muerte al ceder amablemente a una bella señorita el taxi que treinta segundos más tarde sería arrollado por un tráiler fuera de control.

     A María le salvó su adicción al tabaco. Estaba previsto que cogiera el ascensor en la novena planta de Gran vía 59 en el mismo instante en que la bala de Cristina era disparada y el camión que debiera haber matado a Luis se quedaba sin frenos. Sin embargo, en el último momento, decidió dejarlo pasar y fumarse tranquilamente el que bien pudiera haber sido su último cigarrillo mientras bajaba tranquilamente por las escaleras y el ascensor se precipitaba desde el séptimo piso haciéndose añicos contra el suelo.

     Ignorantes de estar disfrutando ya de un tiempo prestado, siguieron viviendo atareados en sus asuntos cotidianos.

     En una dimensión cercana, a un susto de distancia, la Muerte se afana en su despacho tratando de enmendar semejante desbarajuste. Diseña un nuevo destino para estos tres escurridizos mortales y busca cómo llenar el hueco dejado por quienes murieron en su lugar para devolver la armonía al espacio-tiempo sin interferir el normal devenir del resto del universo. Mientras, al otro lado de la puerta, tres aprendices en periodo de prueba aguardan lúgubres e inquietas en la sala de espera, sabedoras de que tendrán que volver a gestionar muertes menores, tal vez de seres unicelulares en algún mundo perdido, durante al menos otra interminable, decepcionante y aburrida eternidad.

2 Dejaron su rastro:

Anita Dinamita

Bueno están aprendiendo, creo que con los errores se aprende mejor que de ninguna otra forma. Yo les dejaría seguir... (así a lo mejor nos libramos algunos de momento, o nos toca antes de tiempo)
Te sigo!

Kum*

ja,ja,ja,ja... las que se van por las que se vienen.

Gracias Ana... vivan los miércoles 18!!

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