Quiso hacer un trato con la muerte:
-Yo no muero y tú vives en mí.
-Yo habito ya en todo lo que vive. Todo lo que vive me contiene. La vida no es más que una semilla de lo que yo soy –le respondió paciente la calavera.
-Pero yo no quiero morir… ¡nunca!
-Ya estás muriendo. Vivir es morirse de a poco.
-¡Pídeme lo que quieras!… ¡no quiero morir!
-¿Estás seguro? Sólo hay una forma de que eso ocurra.
-Por favor, no importa el precio. ¡Quiero ser inmortal!
-Que así sea… –susurró la muerte con cierta ternura en la voz.
Entonces aquél hombre desapareció para siempre de la faz de la tierra y se borró su memoria de todos los mundos y todos los tiempos. En realidad… nunca existió.
6 Dejaron su rastro:
Al final de tus relatos siempre tengo que releerlos para entenderlos del todo! Y conste que no es queja ;)
Y entonces... qué es? Un... cumplido?
Qué bueno... y es que no hay otra forma de ser inmortal.
Un relato plagado de certezas mezcladas con la ironía de la vida... y la muerte.
Besos cercanos.
Ni es queja ni es cumplido... simplemente es. :D
Lo que quiero decir es que hay que repasarlo para saborearlo bien y reflexionarlo. Como el de la vieja y el gato.
Le ha nacido otra flor a la gerbera :)
La muerte siempre es más sabia que la ambición. Hay que tener cuidado con lo que se desea... ¿verdad? Entiendo lo que dice Laura, releerlo para saborearlo ya con todo su sentido.
Saludos
También yo entiendo a Laura... pero cuando lleva razón se pone insoportable.
Gracias y besos a las tres.
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