martes, 13 de julio de 2010

El reproche.


-¿Y cuándo, mi querido maestro, le agarró a usted semejante pereza?
-Creo que cuando me morí.
-Pero eso no es excusa suficiente para un paréntesis como el suyo, tan oceánico.
-Ah, ¿no? ¿Y de qué otra forma podría ser?
-No sé... podría usted, por ejemplo, derramar su saber en algún mortal de su elección, ser su inspiración,… ser una suerte de musa.
-¿Una musa? ¿con todo y alitas… con este rostro de mosquito miope? Resultaría cómico, fuera de lugar.
-Cierto… Verá, Don Mario, es que se me indigesta su ausencia, esta tan cotidiana, tan irremediable.
-Nunca fuimos tan prójimos.
-Y también… viceversa. Si me lo permite.
-Ahorita tengo que dejarle. Debo ejercer de muertito en un encuentro de calaveras neófitas. Nunca vi en vida reuniones tan democráticas.
-Hasta pronto pues, maestro. Seguiré convocándole.
-Chau.

Perdóneme la incorrección, Don Mario.
Es sólo que le extraño...

5 Dejaron su rastro:

Maria Coca

También yo le echo de menos, pese a tener uno de sus últimos libros en mi mesilla de noche, cerca de mis sueños, donde siempre esta y estará.

Qué pena...

Un homenaje muy especial. Me ha encantado.

Besoss

Kum*

Sí,... ya sé que tú también.

Besos.

Laura

Jeje... pobre hombre: "No es excusa suficiente para un paréntesis tan oceánico" Ni estar muerto le dejas. Pero estoy de acuerdo en que es una triste pérdida.

Mon

Sí, se ha ido...pero leyéndote se le siente más cerquita.

Anita Dinamita

Me queda tanto por leerle... de alguna manera para mi está todavía vivo

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