No había cumplido aún los cinco años cuando escuchó por primera vez la expresión “ha pasado un ángel” y ante el desconcierto de padres, médicos y psicólogos decidió guardar un obstinado silencio empeñado en no perderse la ocasión de ver, en el espacio de un sigilo inesperado, un ángel pasando.
Con el tiempo fue perfeccionando su mutismo y su atención. Se le iban las horas esperando una pausa en las conversaciones y atisbando el aire entornaba los ojos, conteniendo el aliento, persuadido de poder percibir en lo más sutil la brisa generada por las alas de un espíritu al pasar.
Más tarde se casó con una muda y aprendió los rudimentos del lenguaje de los signos, pero pronto lo abandonó también. “Para ser un idioma de mudos, es muy escandaloso” le dijo gesticulando a su mujer, convencido de que semejantes aspavientos espantarían a la fuerza a cualquier ser alado que anduviera cerca.
Sólo años después, el día en que nació su hija, rompió por fin su silencio añejo. Miró con una ternura mojada de lágrimas a aquel ser pequeñito, tan solitario en la inmensidad de sus brazos, y con la voz desafinada por la falta de costumbre y rota por la emoción le dijo:
-Sabía que vendrías…
Con el tiempo fue perfeccionando su mutismo y su atención. Se le iban las horas esperando una pausa en las conversaciones y atisbando el aire entornaba los ojos, conteniendo el aliento, persuadido de poder percibir en lo más sutil la brisa generada por las alas de un espíritu al pasar.
Más tarde se casó con una muda y aprendió los rudimentos del lenguaje de los signos, pero pronto lo abandonó también. “Para ser un idioma de mudos, es muy escandaloso” le dijo gesticulando a su mujer, convencido de que semejantes aspavientos espantarían a la fuerza a cualquier ser alado que anduviera cerca.
Sólo años después, el día en que nació su hija, rompió por fin su silencio añejo. Miró con una ternura mojada de lágrimas a aquel ser pequeñito, tan solitario en la inmensidad de sus brazos, y con la voz desafinada por la falta de costumbre y rota por la emoción le dijo:
-Sabía que vendrías…
7 Dejaron su rastro:
A ver, Kum*,; cuéntanos ¿Primero escribes el relato y luego buscas la imagen o viceversa? Porque las imágenes van... pintiparadas.
Qué buena excusa para vernos prontito y platicar un rato...
Pues sí... podíamos incluso comer juntos un día de estos.
Por cierto; no sé qué les pasa a tus blogs, que cuando intento ponerlos en mi lista de lectura, desaparecen todos los demás (!?) Algo así como los blogs "cucos" :D
Tenías mucha razón...me ha encantado y por un momento, he sentido que pasaba un ángel.
shhhh.. muy tarde...tanto que los gatos duermen
y aca? acá miro gran hermano jajaa pero shhhh que no se comente.
besos!
:)
Me dejas sin palabras, cada vez que leo un cuento tuyo dejó de escribir durante un tiempo. Me siento mortal ante alguien divino. Gracias por tus regalos.
Joder, Sibila, eso es mucho decir. Gracias por tus cariños.
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