martes, 4 de enero de 2011

Náufrago...















     Cualquier excusa le servía. Siempre encontraba la manera de desviar la conversación hacia el único asunto que de verdad le apasionaba:

-¿Les había comentado ya que mi palabra favorita es “Náufrago”? Escuchen: …"Náufrago".

     Y vocalizaba lento, abriendo mucho la boca y los ojos, saboreando cada sílaba. Luego invitaba a su impávida audiencia a participar:

-Ahora ustedes conmigo,… despacio, disfrutando: “Náufrago”… Observen. Es como un tobogán. Empieza como una ola que sube hasta la u y rompe después con un fragor de tormenta –y emocionado, concluía –Es como una tempestad. ¿Lo cogen?... ¡En la magia de su fonética se esconde la historia de su semántica!... “¡Náufrago!”.

     Y con los ecos de su palabra en la boca quedaba como embobado, con la mirada perdida en un espacio fronterizo entre sus párpados y un horizonte incierto.

     Por ironías de la vida o causalidades del destino, una tormenta inesperada y repentina hundió el barco en el que disfrutaba de un crucero de placer después de treinta y cinco años de trabajo sin descanso en la misma oficina. Dio con sus huesos en una playa desierta junto a otros seis supervivientes del naufragio. Para él fue como una revelación. Mientras los demás se lamentaban de su suerte, él intentaba explicarles las maravillas y los recovecos de su palabra favorita, pero esta vez se encontró con un público muy reacio a darle vueltas, del derecho o del revés, a semejante incorrección.

     Terminó aislándose. Se sentaba solo en la playa mirando al mar como alucinado y susurraba para sí “Náufrago,…Soy un náufrago…”, saboreando como nunca las delicias de su palabra,… y de su nueva condición.

     Seis semanas más tarde, cuando llegó el equipo de rescate, encontraron un solo superviviente, andrajoso y desnortado, que se resistía con uñas y dientes a abandonar la isla. Hicieron falta siete hombres para reducirle y quince días para que recuperara la razón y empezara a hilar conversaciones descifrables.

     Aquella experiencia le cambió profundamente. Mudó sus costumbres, sus hábitos y preferencias. Se hizo solitario, discreto, taciturno. Pasaba horas encerrado en su habitación, mirando a la nada como alucinado, susurrando para sí:

-Caníbal,… Soy un caníbal… -Y se le despertaba un hambre de náufrago.

17 Dejaron su rastro:

Unknown

Suerte que tengo de no naufragar con tu personaje, ja ja!!
Aunque confieso que a mí también me gusta la palabra 'Naufrago' ... y que algunos días de absoluta soledad son mi sueño dorado.

Te envío un beso, lamentablemente, citadino.

Anita Dinamita

Absolutamente impresionante, se paladea el texto. Como para que alguien grabe en vídeo a tus lectores pronunciando "náufrago" cada vez que lo leen abriendo mucho la boca para recibir el fragor de la tormenta. Por cierto, la palabra que realmente me llama es "naufragio", es más... más...
Abrazagios caníbales

Maite

Espectacular, que bien vas narrando los detalles, después el destino que se toma su revancha y finalmente ese cambio de costumbres, que no son más que las propias circunstancias. Bravo, un abrazo.

Malena

Y ya nunca más la mujer sonrió cuando le dijo que la comería a besos. :)

BUENÍSIMO.

bicefalepena

Me parecen bien estas revanchas...
Yo también tuve un profesor snob de lenguaje que paladeaba las palabras haciéndolas carentes de significado, no sé en que dio con el tiempo y sus viajes

Un abrazo

Anónimo

Me interesa la obsesión como tema literario. Aquí se aborda desde una prosa muy natural y sonora. Me gusta cómo respira.
Abrazos admirados,
PABLO GONZ

Kum*

Sí, es de lo que se trata, de obsesiones, de exquisiteces llevadas al extremo, pero en realidad es una mera excusa para hacer paladear al lector esa palabra que tanto me gusta, e imaginarmelo gesticulando, abriendo mucho la boca... sintiendo el tobogán... la tormenta, en la boca. Un poco como en aquel otro, "Gula".

Gracias a todastodos.

Besos caníbales.

Susana Pérez

Vuelvo a visitarte por estos lares, Kum*, y me dejo arrastrar sintiéndome yo también una náufraga...

Besos

su

Qué bueno Khum*, de veras que me encantó, siempre sería un náufrago, sí... náufrago ;)
Besos y un mordisquito jeje.

impresiones de una tortuga

traspasó los límites de la cautivadora obsesión.
Muy bueno, Kun*. Saludos.

su

Kum*...madre mia, te puse una "h" en tu nombre en el anterior comentario. Vengo a decirte que sí, que a Chula se los doy todos y que te manda muchos recuerdos.
Un abrazo ;)

Puck

¿Por qué dar solo un giro cuando pueden ser varios? Eres genial. Este naúfrago me ha encantado. Consigues hacer lo que quieres con el lector y efectivamente, al menos yo, he ido vocalizando las palabras.
Saludillos naúfragos y caníbales

Puck

Por cierto, secuestro con tu permiso tu escalera. Me ha parecido una imagen muy sugerente.

Kum*

Su, es un placer volver a verte por aquí. Tú no eres una náufraga... eres una viajera. Recuérdalo.

Su, puedes ponerme todas las "h" que quieras. Al fin y al cabo... son mudas. Gracias por ser mi correo de besos para Chula. Sabes que puedes quedarte con alguno para tí en el camino. Con algún mordisquito también.

Un gustito siempre verte por aquí, tortuguita.

Mi querida ranita, soy un ladrón de imágenes, esa escalera no es mía. Es de Lars Raun. Un creador de imágenes oníricas. Lo descubrí en una tasca que creo que ya conoces. Si no, conócela. Gracias, Puck, tus comentarios son siempre alentadores… y llenos de cariño anfibio.

A todas… Besos naúfragos.

Torcuato

Felicidades Kum. Una maravilla de relato en todos los sentidos. Me ha enganchado del principio al final, y este, me ha sorprendido totalmente.
Muy bueno.
Abrazos

Maria Coca

Pero qué agudo!!! Jajajajaja. Menudo personaje. Muy bueno, Kum*, me encanta. Es un placer llegar a tu lugar y leer relatos de este tipo.

Un beso del magenta al negro.

Mon

Me encantó y me sorprendió...besos y naufragios en playas paraíso.

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