jueves, 11 de noviembre de 2010

El discípulo.


     















     Sentado a la vera del maestro adquirió el poder de la contemplación, del no hacer. Encontró el equilibrio perfecto entre la quietud absoluta y el movimiento exacto y aprendió el desapego, la plenitud de la sencillez y arte de calmar la mente y la respiración sin dejar de estar siempre alerta, consciente de cada instante, de cada acontecer.

     A cambio no tuvo nunca que pagar nada ni abrazar dogma alguno. Simplemente, dos veces al día, le preparaba un pequeño cuenco de comida.

     Lo único que no consiguió aprender de su maestro, por mucho empeño que puso a lo largo de los años, fue a ronronear.

13 Dejaron su rastro:

Torcuato

Magnífico texto.
Un pero: Los mininos tienen un nervio que pa qué.
Un abrazo sereno.

bicefalepena

Nadie es perfecto... quizás en su próxima reencarnación...
Muy divertido.
Un saludo

Ángeles Sánchez

Si hay voluntad de aprender, uno puede hacerlo de cualquier ser, de cualquier cosa, en cualquier momento, las enseñanzas están ahí para asirlas, o para dejarlas.
Me ha gustado mucho Kum, felicidades por tan bello cuento.
Abrazos

Anita Dinamita

Ese final... es de sombrero :)
Es un cuento precioso, yo tenía un gato del que me hubiese gustado aprender... y ronroneaba que daba gusto ¡yo sí aprendí!
Un abrazo Kum*

Maite

Kum*, la foto ya me dió la pista, con lo que vi antes de tiempo el ronroneo final. Aún así, este cuento tiene angel.
Un abrazo

Susana Pérez

Siempre te digo lo mismo, ya no me vas a creer, pero es precioso.

Es como mi Mero...

Besos, tpl

Anónimo

Me parece una idea excelente, Haikum, uno de esos micros hondos y elegantes, anchos y ligeros... Yo revisaría los primeros dos párrafos porque, si te fijas bien, cumplen la misma función. Leo el micro suprimiendo el primer párrafo o el segundo y me funciona mejor aún. También podrían fundirse en uno solo aquilatando la información que entregan. Lo singular de este micro es que el maestro es un gato: lo demás debe estar al servicio de lo importante.
Abrazos profundamente admirados,
PABLO GONZ

Puck

miau, miau.... Saludillos lanzasombreros

Kum*

Tor: no hay peros, o sí... cada gato es un mundo. Un placer verte la cara.

Bicefa: Así es. Tu comentario vale más que mi relato. Te odio. Ya lo sabes.

Ángeles: Gracias... gata.

Ana: Si te gustó mi final es que algo hice bien.

Maite: Me lo temía. Estuve horas dudando si poner esa imagen (que me costó horas crear). Literalmente. Tal vez deberíamos leer antes de mirar la imagen... o, simplemente, no ponerlas. Esto de experimentar tiene sus paradojas.

Su: Nunca te he creído. Por favor... sigue mintiéndome. Tgm.

Pablo: Llevas toda la razón... en parte. De hecho, en un principio, había dos párrafos más. Ya sabéis todastodos que sufro de incontinencia. Pero en este caso, la intención es que leyerais TODO lo que habéis leído. La sorpresa final era una excusa.

Puck: miau. Siempre me provocas ronroneos. Siempre.

A todastodos Gracias y besos.

Maria Coca

Unas enseñanzas magistrales. Si es que deberíamos aprender mucho de la naturaleza!

Ese final es genial.

Besos cercanos... del magenta al negro.

HÉCTOR LUIS RIVERO LÓPEZ

Me encantas, Kum.:)

artistalight

Tan fácil que es :) solo chasqueas la lengua silenciosamente, ay que lista soy madre mía, me encantó Kum, muchísimo :)

Chula

Has reflejado a la perfección el carácter felino. Me encantaría aprender de tal maestro pero al contrario de lo que sucede en tu historia, lo único que me sale bien es ronronear (o algo parecido...)
Saludos

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