Cerca de tres años llevaban amándose sin conocerse de otra forma que no fuera a través de sus identidades virtuales. Cada noche, sin falta, cumplían su ritual: Una vela, una copa de vino y una flor junto a su portátil... y les alcanzaba el alba chateando su pasión, intercambiando frases de amor, sin cámaras, sin fotos. Sólo palabras, pensamientos.
Dama dice (02:31):
No me interesa tu aspecto. Es tu mundo interior lo que me fascina, lo que me cautivó.
Vagabundo dice (02:32):
Para mí es igual. Somos parte de lo mismo, Dama. Ya te amo.
Así, con la certeza de un amor a prueba de sus respectivas realidades, decidieron por fin conocerse. El próximo sábado, a las 21:00 en el Kilómetro Cero, vestidos de negro enterizo, con la imagen de una arroba prendida en el pecho.
Dama llegó temprano. Esperaba inquieta, con el corazón contento y espuma en los huesos. Llamaba la atención la expresión de su cara, fronteriza entre la felicidad y la expectación. Una expresión bella, inefable, que se le pasmó en una mueca cuando vio irrumpir en la plaza una sonrisa que iluminó la tarde. La sonrisa que más amaba en el mundo. La misma que se congeló en la cara de Julián cuando, entre el gentío, pudo distinguir a su hermana Clara mirándole espantada, pálida… vestida de negro enterizo con una arroba prendida en el pecho como símbolo de un amor a prueba de realidades… exactamente igual que él.
Clara y Julián… la Dama y el Vagabundo.
3 Dejaron su rastro:
Qué chasco. Y qué putadón :D
Las cosas que conllevan el anonimato... Muy bueno. Me gusta cómo está llevado el relato.
Un abrazo.
Muchas gracias a las dos,... mis queridas mentoras :)
Publicar un comentario
Deja aquí tu rastro...