Después de aquel accidente perdió el sentido del olfato y al oler una rosa pensaba, por ejemplo, en la cabeza de un bebé o en pescados fritos. Con el tiempo se le trastocó el sueño y despertaba al acostarse, pasando las noches en vela profundamente dormido. Más tarde extravió el olfato del sentido y empezó a abrir puertas ajenas de casas extrañas pretendiendo vivir vidas que no eran la suya y al llegar la policía para el desalojo intentaba arrestar a los agentes y dictaba después ejemplares sentencias destinadas a los jueces.
Una noche, por fin, sentado en el televisor frente a su sofá, sintió sed. Cerró de par en par puertas y ventanas y encendió todas las luces buscando un poco de paz. Deslumbrado en aquella oscuridad, se sintió pez y entonces... echó a volar.
5 Dejaron su rastro:
Está loquito este breve, qué bien!
Genial. Me encantó.
Felicidades. Tienes mucha imaginación.
A ver el otro, este es buenísimo!
Muy buen relato Kum, nos llevas de la mano por la locura como si fuese lo más normal del mundo.
Voy a por el otro, coincido con Anita, este es buenísimo.
Un abrazo
Excelente, la imaginación tensada al extremo
Publicar un comentario
Deja aquí tu rastro...